La idea de que los procesos naturales, como la muerte, son irreversibles ya ha sido suficientemente establecida por la física. Sin embargo, la incertidumbre en torno al devenir del tiempo y la volatilidad de la vida nunca se aplaca. Por ello, para tratar de abordar esa "máxima entropía" puede que a veces resulte más provechoso prestar un poco de atención al arte antes que a la termodinámica.
El inevitable destino es un tema que no se acaba nunca de comprender y a ello han dedicado sus mejores horas filósofos y poetas. Sin embargo, otros formatos del conocimiento, como el que se vislumbra desde una exposición de arte, podrían ayudar a conducir una especulación que acoja las experiencias vitales del autor y aquellas que las obras puedan estimular en el público. Desde aquí sería dado explorar un camino hacia un esclarecimiento que será inviable como certeza pero fecundo como ejercicio de lo sensible.
En el Centre Cultural La Nau, el artista Xisco Mensua (Barcelona, 1960) está presentando una exposición que versa sobre estos temas y en la que con especial énfasis se vale de pinturas al óleo y dibujos en tinta china para elaborar una reflexión emotiva sobre el tiempo y la condición inevitable de la muerte. Emplazada en la Sala Martínez Guerricabeitia de la vieja sede de la Universitat de València, la muestra se articula en torno al políptico No Return, de donde proviene el título de este proyecto.
La distribución de la sala está organizada en tres momentos, cada uno de ellos con sendas obras que les sirven de guía. El primer espacio lo domina la pieza de carácter autobiográfico Noviembre, un políptico basado en el tema de una casa. En torno a ella, el artista ha dispuesto las representaciones de diversos objetos que desde la cotidianidad doméstica simbolizan una idea de la ausencia.
El segundo espacio tiene como eje el políptico No Return, el cual está conformado por citas visuales hechas a partir de representaciones de una cinematografía ya lejana en la memoria. Lo acompañan otras alusiones gráficas a Glenn Gould, Ezra Pound, Ad Reinhardt, Vladimir Jankélévitch y Wolfgang Mozart, que son necesarias para remarcar la fatalidad del tiempo y su devenir.
El políptico Collioure-Portbou señala la última sección de la muestra mediante una configuración simétrica entre las muertes de Antonio Machado y Walter Benjamin. En este capítulo, que según el artista bien podría considerarse de Geografía e Historia, se suman una reproducción de la lápida de Benjamin en Portbou, un extracto del poema Mnemosyne de Friedrich Hölderlin y la inquietante presencia de la palabra “exilio”, junto con otros materiales utilizados para la preparación de las obras.
Más allá de las elaboraciones teóricas que se pueden hacer para abordar la obra de Mensua y sus proposiciones para fundir lenguaje e imagen en una unidad de concepto y afecto, posiblemente, con palabras del artista, lo mejor que se pudiera decir “pertenecería a las emociones e intensidades que son propias del arte, y que las fabrica cada uno según su bagaje, su visión y su espíritu crítico al entrar en contacto con los artefactos que los artistas ponen en circulación”.
"Xisco Mensua. No Return". Centre Cultural La Nau. Universitat de València. Sala Martínez Guerricabeitia. Del 29 de mayo al 17 de septiembre de 2017.
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Ian Gibson (2019). Los últimos caminos de Antonio Machado: De Collioure a Sevilla. Espasa.
Ilya Prigogine (2005). El nacimiento del tiempo. Tusquets.
Vladimir Jankélévitch (2009). La muerte. Pre-Textos.
Walter Benjamin (2005). Libro de los pasajes. Akal.
Aby Warburg (2010). Atlas Mnemosyne. Akal.
Friedrich Hölderlin (2012). Poemas. Lumen.
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