La pintura de la artista noruega Anna-Eva Bergman (Estocolmo, 1909-Grasse, Francia, 1987) es de una abstracción hecha a partir de la memoria. La magnitud de sus obras, los tonos de sus colores y la disposición de las formas geométricas que emplea son constantes llamados a las claves de un paisaje familiar.
Sin embargo, el lenguaje abstracto que maneja con peculiar sensibilidad le permite traspasar las fronteras de lo visible recordado y adentrarse en una suerte de memoria de aquello que no se ve pero que se ha sentido.
A favor de esa dimensión de lo invisible acuden la persistencia del horizonte, las grandes masas de colores sobrios y la inestabilidad luminosa de las hojas de plata y dorado con que rememora la energía contenida de un paisaje nórdico.
Al final su obra nos conduce a una poética del lugar cuyo destino sería el de una acepción cósmica y universal de lo mirado. Y esta es una vía de gran valor que la abstracción geométrica consiguió para intentar llegar a un ideal de lo absoluto.
"Anna-Eva Bergman. De norte a sur, ritmos". Del 14 de noviembre de 2018 al 5 de mayo de 2019. Comisariado: Nuria Enguita y Christine Lamothe. Más información en: bombasgens.com.
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Jan Nicolaisen et al. (2018). Anna-Eva Bergman: Light: 1973-1987. Hirmer.
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