Considerada una de las figuras clave del Realismo Madrileño, Isabel Quintanilla dedicó su carrera a mostrar la realidad cotidiana a través de la descripción más detallada posible, y desde allí emprender una indagación personal de la luz y el color. Esa minuciosa representación y la precisión técnica de su obra, la convierten en una de las pintoras españolas más interesantes de la segunda mitad del siglo XX.
Isabel Quintanilla. Foto: via Wikipedia |
Isabel Quintanilla Bertodano nació en Madrid el 22 de julio de 1938. Desde temprana edad mostró un gran interés por el arte. En 1950, a la edad de doce años, comenzó a asistir a clases de dibujo y pintura en la Escuela de Artes y Oficios de Madrid, donde conoció a otros artistas que serían figuras importantes del panorama artístico español, como Antonio López García y María Moreno.
En 1953, ingresó en la Escuela Superior de Bellas Artes de Madrid, donde completó su formación artística. Durante sus estudios consolidó su dominio del dibujo y la pintura, y comenzó a desarrollar un estilo propio caracterizado por la minuciosa representación de la realidad cotidiana.
Inicios artísticos y el Realismo Madrileño
Tras graduarse en 1959, Quintanilla se casó con el escultor Francisco López Hernández y la pareja se trasladó a Roma, donde vivieron durante cuatro años. Esta etapa estuvo marcada por un intenso intercambio artístico y cultural que influyó en la evolución del estilo de Quintanilla.
A su regreso a Madrid en 1964, Quintanilla se integró plenamente en el grupo de los Realistas Madrileños, un movimiento artístico que surgió en la década de 1960 en contraposición al informalismo dominante en ese momento. Los Realistas Madrileños buscaban representar la realidad de manera objetiva y precisa, por medio de una técnica depurada y un lenguaje pictórico cercano a la fotografía.
Madurez artística y reconocimiento internacional
La década de los setenta fue una época de gran madurez artística para Quintanilla. Su obra se caracterizó por una mayor libertad compositiva y una exploración más profunda de la luz y el color. En esta etapa, realizó algunas de sus obras más emblemáticas, como Cuarto de baño (1968), Ventana con lluvia (1970) y Vaso sobre la nevera (1972).
Su trabajo comenzó a recibir reconocimiento internacional y participó en importantes exposiciones en Europa, principalmente en Alemania.
Últimos años y legado
Isabel Quintanilla continuó pintando hasta su fallecimiento en Brunete, Madrid, el 24 de octubre de 2017. A lo largo de su carrera dejó un legado artístico de gran valor, compuesto por más de doscientas obras, principalmente bodegones, paisajes y retratos.
Su obra se caracteriza por la minuciosa representación de la realidad cotidiana, la utilización de una técnica depurada y un lenguaje pictórico cercano a la fotografía, además de la exploración de la luz y el color como elementos esenciales de la composición. Para Leticia de Cos Martín, comisaria de su más reciente exposición el Museo Thyssen-Bornemisza, “su mayor obsesión es captar el rastro que la luz deja al tocar todo aquello que la acompaña en su realidad”.
Quintanilla fue una artista fundamental del Realismo Madrileño, creadora de un universo hecho a partir de objetos personales que testimonian la intimidad de los domicilios y talleres donde vivió y trabajó. Su trayectoria pasa por un período de la historia del arte en que las mujeres artistas estaban relegadas al peso artístico de los artistas masculinos, y que ella buscaba siempre cuestionar a través de su trabajo y de sus declaraciones públicas. Su trabajo de acercamiento máximo a la realidad visible la ubica a contracorriente del predominio del informalismo y del arte conceptual, que gozaron además del apoyo de autoridades e instituciones nacionales.
También te puede interesar (enlaces patrocinados):
Comentarios
Publicar un comentario